Tensiones en la CGT: la participación en el Consejo de Mayo y la ausencia en la marcha por CFK profundizan la grieta interna

Buenos Aires – A menos de cuatro meses de sus elecciones internas, la Confederación General del Trabajo (CGT) atraviesa un momento de fuertes tensiones. La reciente decisión de participar en la mesa de diálogo con el gobierno nacional y la ausencia en la marcha de apoyo a Cristina Fernández de Kirchner han encendido un nuevo capítulo en la disputa entre los distintos sectores que integran la central obrera.

La conducción actual, encabezada por Héctor Daer, Andrés Rodríguez y Gerardo Martínez, ha optado por mantener abiertas las vías de diálogo con la administración de Javier Milei, incluso ante un contexto marcado por recortes, congelamiento de paritarias y reformas laborales regresivas. Esta estrategia ha generado rechazos públicos y cuestionamientos internos, sobre todo desde los sectores más combativos.


Dos modelos sindicales enfrentados

Por un lado, el sector mayoritario de la conducción busca contener la conflictividad y preservar canales institucionales. Por el otro, los gremios alineados con un perfil más confrontativo —como la UOM, SMATA, La Bancaria y sectores de las CTA— cuestionan la pasividad del triunvirato y exigen una respuesta más enérgica al plan de ajuste del gobierno libertario. En este marco, ha tomado forma el denominado Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios Justos, que nuclea a más de 150 gremios, movimientos sociales y estudiantiles, junto a sectores del transporte, portuarios y metalúrgicos. Este miércoles, el frente realizará una movilización hacia el Ministerio de Desregulación, encabezado por Federico Sturzenegger, como primer paso de una agenda de protestas que se propone instalarse en las calles.


El Consejo de Mayo y las dudas sobre el diálogo

Mientras tanto, la CGT institucional participó de la reunión del Consejo de Mayo, convocada por el gobierno nacional como espacio de diálogo tripartito entre el Estado, los empresarios y los trabajadores. En representación de la central obrera, Gerardo Martínez (UOCRA) fue el encargado de presentar una agenda con reclamos por paritarias libres, defensa del derecho a huelga, y la situación crítica de los jubilados.

“No vamos a dar ni un paso atrás”, declaró Martínez tras el encuentro.
“El Gobierno debe escuchar a los sectores perjudicados por sus medidas”, agregó.

Pese a estas declaraciones, crece el escepticismo dentro de la propia CGT respecto de la efectividad de ese espacio. Muchos dirigentes creen que el Ejecutivo no cumplirá los eventuales acuerdos, como ya ocurrió en instancias de diálogo previas.


Un conflicto sin resolver

La interna de la CGT pone en evidencia dos modelos de acción sindical en pugna: uno orientado al diálogo con el gobierno nacional, en busca de acuerdos graduales y contención institucional; y otro que propone la movilización permanente y la confrontación directa como herramientas para resistir el ajuste y defender los derechos laborales.

Con las elecciones internas en el horizonte cercano, el desenlace de esta puja definirá no solo el futuro de la conducción de la central obrera, sino también su rol político en una etapa signada por el conflicto social y la debilidad de los partidos tradicionales.

CFK, la marcha y un quiebre simbólico

La ausencia de la CGT en la reciente movilización en defensa de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner —tras la confirmación de su prisión domiciliaria— significó un punto de inflexión. Mientras una parte de la dirigencia sindical optó por el silencio o una tibia expresión de apoyo, otros sectores repudiaron activamente la falta de acompañamiento político.

El dirigente metalúrgico Abel Furlán (UOM), cada vez más activo en la interna, fue uno de los más duros al exigir un plan de lucha “sostenido y escalonado” contra el ajuste y contra lo que consideró la “proscripción” de la ex mandataria.

La decisión de evitar la movilización fue impulsada, principalmente, por Hugo Moyano, en una postura que reflota antiguos conflictos entre la CGT y el kirchnerismo. En los próximos meses, esta división podría profundizarse, agitando un escenario de convivencia interna cada vez más frágil.

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