De la vocación a la militancia rentada: Fiscales pagos

El nuevo mercado de fiscales en Necochea: A cuanto cotizan?

Necochea. Aquellos tiempos en que la política se movía al pulso de la convicción y la militancia vocacional parecen ser cosa del pasado. Los partidos políticos tradicionales solían contar con un ejército de voluntarios que no solo garantizaba la fiscalización de cada mesa electoral, sino que a menudo superaba con creces el número necesario para la tarea. La lealtad y el compromiso eran, en su momento, el motor de la participación cívica. El fiscal de mesa, entonces, no era solo un observador, sino un pilar de la estructura partidaria, un vecino arraigado a su barrio que se sentía parte fundamental del proceso democrático y que movilizaba a otros sin más recompensa que la satisfacción de defender una causa.

Hoy, ese escenario ha dado un giro drástico. La vocación parece estar en baja, producto de un cóctel de desafección política, desgaste social y, en muchos casos, una necesidad económica que vuelve prioritario el ingreso por sobre la militancia desinteresada. Los partidos se ven obligados a recurrir a la remuneración para asegurar la cobertura de las mesas en cada elección. Un claro ejemplo de esta nueva realidad se evidenció recientemente en Fuerza Patria de Necochea, donde la necesidad se hizo pública. Un importante dirigente gremial, a través de un chat grupal, comunicó de forma directa la escasez de fiscales voluntarios y la decisión de establecer una compensación económica a quienes se anotaran para cubrir las mesas de votación.

Según trascendió, el valor fijado por la tarea de fiscalización es de 25.000 pesos por persona. Este ofrecimiento, una franca admisión de las dificultades para movilizar militancia genuina, pone en evidencia una transformación en la dinámica electoral local.

El “Fiscal Market” en ascenso

Este fenómeno de “militancia rentada” no sería exclusivo de Fuerza Patria, sino que se extiende a lo largo del espectro político. Fuentes cercanas a La Libertad Avanza y Unión y Libertad sugieren que estas agrupaciones también seguirían el mismo camino, compitiendo en lo que ya se percibe como un verdadero “mercado de fiscales”. No obstante, en estas listas, el monto ofrecido a los fiscales sería ligeramente superior, alcanzando los 30.000 pesos, lo que evidencia una competencia por captar a los “militantes” mejor cotizados.

La cifra total que moviliza este nuevo “mercado de fiscales” no es menor. Si se considera que para cubrir la totalidad de las 260 mesas de votación del distrito se requieren aproximadamente 2.860 fiscales para los turnos de mañana y tarde, el costo potencial del operativo ascendería a unos 72 millones de pesos. Este monto, que se destina a una función cívica fundamental, bien podría servir para dinamizar el alicaído consumo en la ciudad, convirtiendo la jornada electoral en un inesperado motor de inyección de liquidez en la economía local. El pago a fiscales, aunque no es una práctica nueva, ha dejado de ser una excepción para convertirse en la norma, y los montos involucrados reflejan un cambio profundo en la cultura política local.

La normalización de esta práctica levanta interrogantes sobre la naturaleza de la fiscalización. ¿El fiscal pagado defiende el voto con el mismo celo y convicción que el militante voluntario? La fiscalización, que nació como un acto de control cívico y de compromiso genuino, se ha transformado en una tarea remunerada, en una transacción laboral que, si bien cubre una necesidad operativa, podría estar erosionando la confianza en la transparencia y la legitimidad del proceso. La política, en Necochea, parece haber canjeado la pasión por una partida presupuestaria.

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