La fuerte desaceleración inflacionaria, que llevó el índice mensual de más del 25% a alrededor del 2%, transformó por completo el consumo en Argentina: los precios en dólares se dispararon, la demanda local se derrumbó y el turismo extranjero retrocedió. El Financial Times describió el fenómeno como el final abrupto del auge gastronómico que había florecido durante la crisis de 2023.
La asistencia de argentinos a bares y restaurantes se redujo de manera drástica y la llegada de turistas cayó en paralelo, afectando a un sector que había crecido al calor de la “fiebre por gastar” pesos que perdían valor día tras día. Con la estabilización, ese comportamiento se revirtió: muchos hogares recortaron salidas y priorizaron el ahorro o las compras de alto costo, como electrodomésticos, cuyas ventas treparon casi 400% en el primer semestre de 2025 frente a 2023.
El golpe sobre los restaurantes es palpable. Uno de los casos emblemáticos es el cierre de Ya Cabrón, un local de tacos en Palermo que no logró sostenerse tras la caída en la demanda y terminó atendiendo apenas a 15 clientes diarios. Otros establecimientos enfrentan la misma fragilidad: según la asociación del sector, la estabilización era necesaria, pero sus “daños colaterales” golpean de lleno a la gastronomía.
En la Ciudad de Buenos Aires, los restaurantes atendieron entre julio y septiembre a un 20% menos de comensales que en 2023, y el gasto promedio por cliente también se contrajo. El precio del clásico bife de chorizo, símbolo del aumento en dólares, pasó de $7.200 en 2023 a $30.500 en 2025, un salto del 133% cuando se lo mide en moneda dura. Esa dinámica encareció el destino para los visitantes: aunque el gasto diario subió, la estadía promedio de los turistas se redujo de 14,2 a 13,2 días.
La apreciación del peso también incentivó la salida al exterior. Solo en el primer semestre del año, un 62% más de argentinos viajó fuera del país respecto de 2024, restando demanda al mercado interno. La consecuencia: cierres de locales, márgenes destruidos y una reconversión acelerada hacia opciones más baratas como pizzerías y comedores económicos, que resisten mejor pero también afrontan subas de costos.
Empresarios del rubro advierten que la disponibilidad de locales vacíos, ya ofrecidos a un tercio de su valor habitual, es una señal temprana de una ola de cierres. Incluso restaurantes orientados al turismo, como Fogón, reportaron caídas del 30% en la cantidad de clientes.







