En un movimiento sin precedentes que refleja la profundidad de la crisis económica, la multinacional Mondelez International ha decidido frenar por completo la producción en su planta de General Pacheco, una de las más grandes del sector alimenticio en Argentina. La medida, que comenzó a regir esta semana, afecta a más de 2300 empleados y se atribuye a una severa caída de la demanda y la consecuente acumulación de stock.
Fuentes gremiales confirmaron que esta es la primera vez en la historia del establecimiento que la producción se detiene totalmente por razones vinculadas al mercado interno. La compañía, responsable de marcas icónicas como Oreo, Beldent, Milka y Terrabusi, justificó la decisión en el desplome del consumo, que ha generado un excedente de producción significativo. Según delegados sindicales, el sobrestock se debe a una caída en las ventas que representa alrededor de 13 mil toneladas menos en comparación con el año anterior.
Ante este panorama, la empresa y el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA) alcanzaron un acuerdo para gestionar la suspensión de actividades. El pacto establece la concesión de una semana de vacaciones obligatorias para todo el personal, seguida de una semana de licencia con goce de sueldo, garantizando el 100% de los haberes. Además, algunos sectores específicos de la planta extenderán la inactividad por una semana adicional bajo las mismas condiciones. “No había ocurrido nunca esto. Es parte del industricidio al que nos está llevando este Gobierno con caída de la demanda”, declaró Sergio Escalante, titular del STIA, a medios especializados.
Pese a que el acuerdo asegura la estabilidad salarial en el corto plazo, incluyendo el bono de fin de año y otros beneficios, la incertidumbre y la preocupación dominan el ánimo de los trabajadores. La principal incógnita es qué sucederá después del 5 de enero, fecha estipulada para el reinicio de las actividades, si las condiciones del mercado no muestran signos de recuperación.
El caso de Mondelez no es un hecho aislado, sino un síntoma de una crisis más amplia que golpea al sector industrial argentino. La recesión, la pérdida de poder adquisitivo y la apertura a las importaciones configuran un escenario complejo para la producción nacional, llevando a diversas empresas a tomar medidas drásticas para ajustar sus operaciones a una demanda en franco retroceso.







