El Indec quedó en el centro de una fuerte polémica después de que el organismo corrigiera sin explicación oficial los datos del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), modificando cifras de meses anteriores y evitando así que la economía argentina entre en recesión técnica.
Según informó el organismo, en septiembre la actividad económica creció 0,5 % respecto de agosto, un resultado mucho más optimista que el anticipado por consultoras privadas, que esperaban una caída de entre 0,1 % y 0,3 %. Sin embargo, lo que más llamó la atención de los analistas fue la corrección de los datos de julio y agosto: ambos meses fueron ajustados al alza sin fundamentos técnicos publicados.
Hasta ahora, julio había sido informado con una variación negativa de 0,1 %, pero el nuevo informe lo elevó a un crecimiento de 0,1 %. En el caso de agosto, el 0,3 % original fue corregido a 0,7 %. Con esas modificaciones, el tercer trimestre terminó en terreno positivo, evitando el encadenamiento de dos trimestres consecutivos de caída que habría confirmado la recesión técnica.
En el Gobierno celebraron la mejora estadística, pero economistas independientes señalaron que el trimestre analizado fue justamente el más afectado por la inestabilidad electoral, lo que vuelve “inusual” el repunte. Para muchos especialistas, la decisión del Indec encendió sospechas de manipulación.
La controversia llega en un contexto de críticas previas al organismo que conduce Marco Lavagna. Consultoras y analistas vienen cuestionando que el Indec se resista a actualizar las metodologías que miden inflación, canastas de ingresos y pobreza. Según los técnicos, los nuevos métodos están listos desde hace meses, pero no se aplicaron para evitar saltos estadísticos en plena campaña electoral. La salida de los responsables de las áreas de medición de inflación y pobreza en agosto pasado ya había dejado en evidencia tensiones internas.
Ahora, con la corrección del EMAE, las críticas se profundizan y desde distintos sectores de la oposición denuncian que el Gobierno está “cosmética estadística” para evitar mostrar el deterioro real de la actividad económica.







