El Radicalismo Define su Futuro en Medio de la Crisis de Identidad y la “Amenaza” Mileísta. Valdés, el Favorito, se Hace Desear.

El radicalismo se juega su supervivencia. El próximo viernes 12, 106 delegados de la Unión Cívica Radical (UCR) se reunirán para elegir al sucesor de Martín Lousteau en la conducción del partido. La cita llega en un momento de agonía para los partidos tradicionales, golpeados por la ola libertaria que encabeza Javier Milei.

La crisis actual es, quizás, la más profunda en los 134 años de historia del centenario partido. Entre 1983 y la actualidad, la UCR pasó de tener un bloque unido de 129 diputados a contar con apenas quince, dispersos en cuatro bancadas; y de 92 a 27 intendentes bonaerenses. En las últimas tres elecciones presidenciales, el radicalismo ni siquiera presentó candidato propio.

El politólogo Andrés Malamud es lapidario: “El radicalismo dejó de existir como partido nacional”. La dispersión es evidente. Los gobernadores radicales han tomado caminos divergentes: Alfredo Cornejo (Mendoza) y Leandro Zdero (Chaco) se aliaron con LLA; mientras que Carlos Sadir (Jujuy), Gustavo Valdés (Corrientes) y Maximiliano Pullaro (Santa Fe) apostaron al armado de Provincias Unidas (PU).

En este escenario de fragmentación, todas las miradas apuntan al gobernador correntino Gustavo Valdés como el hombre de consenso para presidir el Comité Nacional. Cuenta con el apoyo de sectores clave como los de Yacobbiti, Morales y Pullaro. Sin embargo, Valdés duda, temiendo que el cargo nacional complique la gobernabilidad de su provincia.

La interna es feroz. Por un lado, el sector de Cornejo —señalado como el “más mileísta”— pugna por acercar al partido al oficialismo, argumentando que la sociedad viró hacia ese modelo. Del otro lado, la mayoría busca fortalecer una alternativa opositora (PU) que se diferencie tanto de Milei como del kirchnerismo, bajo la premisa de que “el modelo de Milei destroza la clase media”.

La rosca está al rojo vivo. Figuras como Enrique Nosiglia, Daniel Angelici, Maximiliano Abad y Gerardo Morales tejen acuerdos contrarreloj. El objetivo: evitar la ruptura definitiva y definir si la UCR tiene aún algo que ofrecer a la sociedad o si terminará diluida en la polarización actua

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Valdés.El 26 de octubre, fue el único gobernador de PU que pudo ganarle a Milei.

Desde diversos puntos del país, referentes radicales han insistido en la necesidad de conformar una lista de unidad que refleje la diversidad de pensamientos y geografías dentro del radicalismo. Esta postura ha sido impulsada por figuras de peso como el gobernador mendocino Alfredo Cornejo, quien desde su provincia ha trabajado en la articulación de acuerdos. La intención es trascender la mera competencia electoral interna para presentar una dirección sólida y cohesionada, capaz de proyectar al partido con mayor fortaleza en el escenario nacional.

La opción más avanzada en las discusiones es la conformación de una “fórmula mixta” para la conducción, que combine las principales líneas internas representadas por Morales y Lousteau. Se explora la posibilidad de sumar una figura de consenso, preferentemente una mujer del interior del país, para completar la mesa de conducción. Esta alternativa busca equilibrar los liderazgos y asegurar que todas las vertientes se sientan incluidas y representadas en las decisiones estratégicas del partido. La cohesión interna se percibe como el único camino para que la UCR pueda plantear sus propias políticas y visiones dentro de la coalición opositora, sin quedar subsumida a los intereses de otros socios.

Mendoza: Luis Petri y Alfredo Cornejo: de enfrentarse en las urnas, a convivir en el apoyo al gobierno libertario.

En términos políticos, el cuerpo de delegados está divididos en cuatro cuartos: uno juega para Morales, otro responde a Evolución (Yacobbiti- Nosiglia-Lousteau), el tercero es de Valdés y el cuarto restante, se reparte entre diferentes facciones, entre las que se anota Cornejo. Si la definición fuera por mayorías, el mendocino llevaría las de perder.

“Pero la idea que estamos trabajando no es ir al comité a ganarle a alguien. Vamos a tratar de contener a todos”, dice uno de los dirigentes que participa de la rosca previa. En esa línea se anotan los que sugieren que, además de la mesa directiva, debería armarse una suerte de comisión que pueda funcionar como enlace entre la cúpula partidaria, los gobernadores y los grupos parlamentarios. Sería una forma de articular diferentes posiciones sin romper nada.

Otras figuras radicales tienen una mirada menos integradora. Quieren armar una mayoría que se imponga en las decisiones sobre el sector de Cornejo para “evitar que le entregue el partido a (Javier) Milei”. “Yo no harían ningún gesto conciliatorio, hay que ser claro frente a la sociedad y la sociedad piensa que estamos con el oficialismo. Nuestra identidad se desdibujó”, dicen en el ala más antimileísta del partido.

Además se habla de la necesidad de posicionar un vocero joven que pueda mostrar una nueva cara del partido – algunos proponen al diputado bonaerense Pablo Juliano, pero otros lo objetan por ser demasiado antimileísta- y consagrar el lugar de “una figura patriarcal”, que pueda actuar como mecenas en busca de financiamiento empresarial.

 

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