Con las listas de Fuerza Patria aún en proceso de definición, Axel Kicillof concentra los esfuerzos de su gestión en garantizar una ingeniería electoral que preserve su centralidad en el tablero bonaerense. El viernes, el Gobernador protagonizó una cargada jornada de reuniones en La Plata, con dos interlocutores clave: la CGT, que busca garantizar representación legislativa, y su propia tropa del interior, que reclama orden y definición en medio de un proceso que será más restrictivo que generoso.

El respaldo de la CGT… y su factura
El encuentro con la cúpula cegetista dejó en claro que el respaldo político de la central obrera al armado de Kicillof no es gratuito. Los líderes sindicales pidieron lugares concretos en las listas legislativas, tanto provinciales como nacionales. Si bien el mensaje fue de unidad, la demanda es explícita: representación real, no simbólica. El sindicalismo busca revalidar su rol dentro del frente peronista tras haber sido desplazado durante años por el protagonismo de La Cámpora y otros sectores de mayor peso mediático.
Para Kicillof, la foto con Héctor Daer, Hugo Moyano, Andrés Rodríguez y compañía tiene valor táctico. En medio de un contexto económico adverso, mostrar diálogo con los gremios es clave para contener posibles tensiones en el frente laboral. Sin embargo, incluir a todos en las listas será casi imposible: el reparto será escaso y la presión, intensa.
El MDF busca su lugar mientras crece la puja por la Séptima
En paralelo, el gobernador desplegó a su ministro de Gobierno, Carlos Bianco, para recibir a referentes del Movimiento Derecho al Futuro (MDF) y repasar el panorama seccional. La dinámica se repite: cada región plantea sus demandas, nombres y temores ante el armado final. El proceso avanza sin definiciones formales, pero con una consigna clara: anotar nombres, medir bancas en juego y contener expectativas.
En ese marco, la Séptima Sección se perfila como uno de los escenarios calientes. La posibilidad de meter un senador despierta disputas internas. Kicillof pretende encabezar, pero La Cámpora también reclama ese lugar, con dos intendencias bajo su ala. El Frente Renovador y el MDF también pisan fuerte. La unidad, de momento, es más un objetivo que una certeza.
Gobernar para ordenar: cargos como herramienta de equilibrio
Ante la imposibilidad de satisfacer todas las ambiciones con lugares electivos, empieza a sonar cada vez con más fuerza el recurso de la “estructura” gubernamental como refugio político. En otras palabras, abrir espacios en la administración provincial para quienes queden fuera de juego electoral. El planteo no es nuevo, pero en un ciclo de ajuste y recortes nacionales, el aparato bonaerense se convierte en uno de los últimos bastiones para contener a la militancia propia.

Fútbol y política: la foto que dice más de lo que muestra
En ese mismo clima, Kicillof cerró el día con una foto que cruzó lo institucional con lo electoral: la firma de un convenio con Claudio “Chiqui” Tapia para que el Estadio Único de La Plata se convierta en sede fija de la Selección Argentina. El acuerdo tiene relevancia administrativa, pero en plena temporada de rosca, todo gesto puede leerse en clave política.
La especulación por el regreso del público visitante a las canchas y la presencia del titular de AFA junto al Gobernador no es inocente. El vínculo entre el fútbol y el peronismo histórico se mantiene vivo, y toda asociación con símbolos populares puede volverse útil en la campaña que se avecina.
Competencia externa y advertencias internas
En la vereda de enfrente, el mapa electoral se reorganiza. La aparición de Somos Buenos Aires, con el radicalismo en una versión moderna y más competitiva, y la consolidación del Frente Libertad Avanza entre PRO y libertarios, obligan a Fuerza Patria a mantenerse unida para aspirar a los porcentajes que permitan sostener representación. El piso del 33% para obtener bancas deja poco margen para divisiones.
Por eso, en el armado provincial no solo se discuten lugares: también se juega la supervivencia política de muchos dirigentes.